Nació en Cuenca el 1527. Su familia era de origen
converso. En 1544 ingresó en Salamanca en la orden de San Agustín. En 1561,
tras cortos estudios en Alcalá y Toledo, obtiene la primera cátedra, y a poco
otras dos más de la universidad salmantina competiendo con los dominicos.
Envuelto en mil acusaciones por envidias y despechos, acusado de preferir el
texto hebreo de la Biblia al latino de la Vulgata, el texto oficial, y de
traducir al español El cantar de los cantares, de Salomón, fue juzgado por la
Inquisición y encarcelado en Valladolid de 1572 a 1576. Sus dos compañeros de
encierro no pudieron resistir las duras condiciones de vida de la cárcel y
murieron. En los muros de la cárcel el agustino había dejado grabada su famosa
décima: “Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado”.
En 1582 se vio implicado en otro proceso inquisitorial
que acabó con una amonestación. Fray Luis de León murió el 25 de agosto de
1591, en Madrigal de las Altas Torres.
Es considerado uno de los filólogos más sobresalientes
de su época, conocedor del hebreo, el caldeo, el italiano y el latín. Su obra
se centró en la explicación del significado oculto, alegórico, analógico y moral
de las palabras de la Biblia.
Su obra poética publicada por Quevedo en 1631 e
inspirada en los clásicos, especialmente en Horacio, lo sitúa entre los mayores
creadores de la poesía española. “Fray Luis de León –en palabras de Aubrey Bell-,
trajo a la poesía española una nota personal subjetiva, y más íntimo amor a la
naturaleza”.
Hay en Fray Luis de León un deseo de refugiarse en la naturaleza, de esconderse
tras el silencio. En ese silencio se encuentra el humanista que se pasó
casi cinco años en una celda del Santo Oficio, angustiado, por no saber de qué
se le acusaba y quienes eran sus acusadores.
En la poesía de Fray Luis de León se ve el deseo de
ascender de los cielos y escapar de este mundo para encontrar alivio a los
sufrimientos que la vida le había causado.
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